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jueves, 13 de febrero de 2014

A ellos:

La desidia de la vida
Lleva al vuelo puro del poeta
A jugar con algo prohibido
Es un cambio de belleza natural y oscura
Que convierte a los deseos en monstruos insaciables
Corroídos demuestran su interés tácito
El pequeño dulce llamado corazón
Frágil ante la voracidad de los oscuros
Esos inertes e inhóspitos entes
 Y el único testigo omnipresente 
En este teatro llamado vida
Es aquél viejo y sin piedad
Que cruel observa sin entrometerse
Objeto de altares
Que llamaré tiempo
Y a su mano derecha
El renombrado espacio
Pero glorificados llevan otros nombres.

Barroso Nahuel.

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