La belleza:
Nada semejante
Por la angustia febril
Parasitando el cobertizo
Propio del alma,
Una lágrima profunda
Más pesada que la memoria
Socava la visión,
Inunda tan mordaz
Cada rincón creído a salvo
Del espeso icor lúgubre
Que rezuman los ojos,
Así vemos el reflejo
De lo rechazado...
De los espejos siempre rotos
Por el deseo mortal
De lo divino.
Barroso Nahuel
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